lunes, 15 de marzo de 2010

Confeciones de un enamorado.

A cierta edad nada tiene mucho sentido, nada tiene el valor suficiente como para luchar por alguna causa, el amor basta para mucha cosas y pareciera que un cuerpo es lo único que necesitas para vivir. Es esa época en la cual se quisiera vivir para siempre… un ser eterno y haces promesas locas, que con el paso del tiempo vas olvidando y cada vez te parecen mas lejanas y después recuerdas con gracia aquellas andanzas de nunca acabar.
Yo recuerdo mis andanzas, algunas que no me atrevería siquiera a pronunciarlas, pero se que ahora es el momento para confesar todos los errores que cometí y aunque no estoy obligado a hacerlo, es mi conciencia la que me perturba y me dice que ya es hora de contar al mundo lo que ocurrió aquel día fatídico cuando condene mi vida a un eterno martirio que yo mismo me predispuse a lograr, no se como, ni cuando, ni porque cometí tal acto de salvajismo, no me explico como el amor, creyéndose tan perfecto puede ser confundido tan fácilmente con el odio. Puedo jurar ante este papel que será mi juez y este lápiz mi abogado, que luche contra todos mis impulsos, inhumanamente me desgaste por seguir amando a algo que ya no sentía mío, por amar a un espejismo de la niña que un día ame sin medir cantidad, en la cual volqué todos mis sentimientos, por la cual no me avergoncé de decirle te amo y de entregarme como un niño a sus manos, enloquecido, extasiado, entregado. Para hacer un resumen estaba total y completamente enamorado.
¿Pero quien?...quien me iba a poder decir que esta niña de la que hable tiempo atrás, no correspondía con el mismo fervor a mis suplicas amatorias. Ella no vacilo en romper mi corazón, sin piedad, sin calor…sin amor.
Ella se merecía cada cosa que le paso y a decir verdad no me arrepiento de haber eliminado a su estirpe de esta tierra. Recuerdo que llegue aquella mañana dispuesto a todo por volver a conquistar su amor y es que yo un chiquillo nada mas, todavía creía que el amor hablaría por mi y solucionaría mi dilema y no fue así, ella desprecio cruelmente mi presencia y con arrogancia se libero de este amor tan grande que tenia por ella. Los días siguientes, fueron los mas duros de mi vida, sentía mi alma ciega, mi corazón enfermo y fui decayendo poco a poco, mi único deseo era poder terminar este dolor de una vez, poner fin a este calvario que vivía, deshacerme de este corazón que me traicionada. Sentía que merecía castigo, sentía la necesidad de venganza, era injusto que yo sufriera de aquella manera desenfrenada y fue en esa fracción de segundo cuando la ira carcomió mis sentidos cuando mis impulsos sicopáticos afloraron y el dolor desmembró poco a poco la ligera tela que albergaba mi deseos asesinos y la rabia localizo a un solo objetivo, a Lorena.
Y bien fue así como me desvele noche, tras noche imaginando, planeando una estrategia digna de reyes, para deshacerme de mi querida Lorena, nada era digno de mi princesa, nada era tan cruel como ella, nada era tan frío, nada le hacia honor a su persona y para que se den cuenta de cuanto amaba a esta niña, sepan que me desvele un sin fin de noches solo para encontrar la muerte perfecta. Hasta que una noche ya vencido por el sueño, caí rendido sobre la cama y al despertar, ya con la mente despejada, moje mi rostro y me dispuse a reunir las cosas que necesitaría Lorena, una vez listo salí en busca de mi princesa.
Ya tenía todo perfecto, ella moriría como la realeza.
Logre entrarla a mi casa, sin que nadie sospechara de mis intenciones, bese su mano y la senté en el trono mas bello que alguien podría haber hecho con pieles de animal, no se por que se resistió al trono, siempre pensé que le gustaban los gatos, en fin termino por aceptar una vez que vio la fiereza de mis ojos, fui rápidamente a buscar la corona que hice para ella, quien hubiera pensado que los tenedores serian tan buenas coronas, una vez que se la puse, su rostro de intoxico de sangre y la pobre lloraba de emoción, era una plebeya no tenia sangra azul, como dicen. Pero todavía había una esperanza de encontrar, alguna marca de princesa en su cuerpo, busque y rebusque pero no encontré nana, ni siquiera una chiquitita. Así que procedí a hacerle yo mismo una marca sobre el hombro. Busque unos fósforos que esperaban sobre la mesa, pero su potencia era muy baja para marcar a la princesa entonces prendí la cortina y salí de la casa, dejando solo un pequeño espacio para ver el cuerpo de Lorena incinerado por las llamas. La piel se empezó a encoger con ese mismo ritmo a oscurecer, el cabello en cosa de minuto había desaparecido y la sangre que cubría su rostro, se empezó a confundir con su piel, su corona se comenzó a fundir, el fuego duro cerca de una hora, lo mismo que el cuerpo de Lorena. Cuando me alerte de que una vecina llamo a los bomberos procedí a huir, al volver a mi casa y al encontrarla totalmente devastada, engañe a la policía, los cuales no encontraron prueba que me acusaran, Lorena se fue a la tumba con la supuesta culpa.
Desde ese desafortunado incidente, que la vida a veces te manda, no me e vuelto a enamora. Creo que ya esta cerca mi hora… lo presiento.
Mientras tanto seguiré revisando algunas cartas.

0 comentarios: